¿Alguna vez nos paramos a pensar cómo los animales salvajes cuidan de su salud?
Los animales que viven en su hábitat natural tienen la oportunidad de seleccionar aquellas plantas que contienen los compuestos necesarios para mantenerse sanos.
Además, tienen la habilidad innata de saber qué necesitan.
También el hombre ha buscado desde siempre en la Naturaleza aquellas sustancias que le podían ayudar para combatir o prevenir enfermedades. La científica Cindy Engel describe en su libro Wild health, lessons in natural wellness from the animal kingdom cómo, aún hoy en día, los científicos siguen observando el comportamiento de los grandes simios para encontrar nuevos medicamentos para el hombre.
Para los animales domesticados o mantenidos en cautividad, es muy difícil tener acceso a las plantas medicinales. Dependen completamente del ser humano. Pero el hecho de no tener acceso no implica que ya no tengan el instinto, y que no sepan seleccionar aquellas hierbas y plantas necesarias para encontrar de nuevo el equilibrio, la salud. Basta ver cómo un perro o un gato para purgarse come hierba en cuanto la tiene a su alcance.
La palabra “zoofarmacognosia” se deriva de las palabras “zoo” (animal), farma (droga) y cognosía (conocimiento). El método Animal-Aromatics (aromáticos para animales), desarrollado por Caroline Ingraham, está basado en la zoofarmacognosia.
Esta inglesa, formada en aromaterapia por Robert Tisserand, empezó a investigar hace 25 años el efecto de los aceites esenciales en los animales. Después de un tiempo, se dio cuenta de que le faltaba algo en su método. Observando cómo los animales domesticados se servían de las plantas medicinales en cuanto tenían acceso a ellas, empezó a incluir ciertas hierbas medicinales y plantas aromáticas en su método.
Hoy día, los practicantes de Animal-Aromatics trabajamos con aceites esenciales, aceites vegetales, hierbas, plantas aromáticas, algas, etc.
Animal Aromatics no es simplemente aromaterapia, es un sistema holístico que incluye otras sustancias, aunque los aceites esenciales son una parte muy importante a la hora de trabajar con este método. Los aceites esenciales son extractos muy concentrados de árboles, plantas aromáticas, hierbas, frutas, raíces, etc. Son el resultado de complicados procesos bioquímicos, dependiendo su elaboración completamente de la radiación solar. Por contener cientos de compuestos bioquímicos tienen un efecto tanto a nivel físico como emocional y mental.
Muchas veces, me llegan comentarios de que como son sustancias naturales no pueden tener ningún efecto adverso, pero nada más lejos de la verdad. Los aceites esenciales necesitan ser tratados con conocimiento y respeto. El gato, por ejemplo, es un animal que no es capaz de metabolizarlos, y darle los aceites esenciales tanto a nivel tópico como inhalado puede causar mucho daño. Nunca me olvidaré de un comentario hecho por uno de mis profesores de aromaterapia que decía que 1 gota de aceite esencial era igual a 40 infusiones de la misma planta.
Otras sustancias empleadas en Animal-Aromatics pueden ser hierbas secas incluyendo por ejemplo escaramujo, hierba gallinera, gran consuelda, etc.
La importancia del instinto
Durante años estuve trabajando con los aceites esenciales y esencias florales en los animales, pero estudiar con Caroline Ingraham me ha abierto un campo mucho más amplio. Es realmente poner la Madre Naturaleza al alcance de los animales.Es ofrecer el método más antiguo que conoce el hombre al reino animal, con resultados muchas veces sorprendentes. Más de una vez me ha ocurrido que el dueño me pide ayuda para intentar solucionar un problema determinado, y observando los aceites esenciales que ha escogido el animal vemos que está procesando traumas del pasado, como el abuso, el abandono o el maltrato, siendo muchas veces la causa del problema actual. También me han preguntado si esta “terapia” funcionaría para el ser humano. No dudo que la respuesta sea afirmativa, pero la diferencia entre ser humano y animal es que éste último no se cuestiona si esto o aquello es bueno o malo para él. Depende de su instinto y no tiene la parte mental, patrimonio del ser humano, que tantas veces nos juega malas pasadas. Ellos eligen, olfatean, toman lo que necesitan y muchas veces transmutan al instante aquello que les hace daño o que les bloquea emocionalmente.
Recientemente tuve la oportunidad de trabajar con una perra que, junto a su hermano, había sido rescatada de una perrera municipal, teniendo apenas 5 semanas.
Han pasado tres años, vive en una casa espaciosa con un amplio jardín, junto a su hermano, otro perro más y sus amos. La señora solicitó mi ayuda porque la perra había llegado a su vida siendo muy miedosa y después de tres años seguía así.
El hermano era un perro emocionalmente estable, pero la perra, cada vez que llegaba un extraño a la casa, empezaba a ladrar, y no dejaba de ladrar hasta que la persona se hubiera marchado. Y una persona extraña podía ser la vecina “de toda la vida” o la señora de limpieza. Tuve que empezar la sesión pidiendo la colaboración de su ama, porque a mí tampoco me permitía acercarme. Después de una hora de trabajo empezó a cambiar de actitud. Veía cómo intentaba sobreponerse a su miedo, y después de inhalar el aceite esencial de tomillo (¡el aromático que empleaban los romanos para tener más coraje en las luchas!) se atrevió a acercarse lo suficiente para que yo pudiera trabajar directamente con ella. Por las sustancias que había elegido pude constatar que esta perra había sufrido mucho por haber sido separada de la madre demasiado temprano. Además dentro de su “manada” había adquirido el papel de tener que proteger al grupo, rol para el cual no estaba preparada emocionalmente. Después de dos sesiones la perra ha tenido un cambio importante: ya no ladra como antes, es capaz de acercarse después de un rato a los extraños, y incluso cuando viene la señora de la limpieza se queda tranquilamente tumbada en casa, cosa que antes era imposible. A su ama le he sugerido buscar la ayuda de un profesional en educación positiva para que aprenda “a cambiar los roles en la manada”.
Animal Aromatics está basado en el principio de que siempre es el animal quien guía la sesión, respetando en todo momento sus respuestas naturales e instintivas.
No se hace ningún diagnóstico como tal y no se pretende en ningún momento descartar la función del veterinario. Cuando un animal que está a nuestro cuidado no se encuentra bien, es nuestra obligación buscar el consejo del veterinario.
Además siempre sugiero que informen al veterinario cuando en caso de enfermedad se quiera hacer una sesión de Animal Aromatics. He tenido la suerte de encontrarme con veterinarios que están abiertos a este método como una alternativa complementaria, y que además lo ofrecen a sus clientes, teniendo como prioridad el bienestar del animal.